Verbalia
En cualquier caso Carbonero no documenta el nombre del local, pero asegura que cada noche se proponía un enigma en él. Las personas que creían haber hallado la solución la escribían, con su nombre y dirección, en un pliego cerrado que depositaban en manos del encargado. Cada viernes a las diez de la noche se leía esta correspondencia en medio de una gran expectativa .